La pasada primavera, mi hija me pidió hacer un curso sobre galletas decoradas. Al final consiguió ponerse de acuerdo con una de sus mejores amigas, así que ambas madres decidimos acudir a dicho curso en forma de alumnas en lugar de ejercer como meras transportistas.
Fue una tarde maravillosa. Estuvimos trabajando con rodillos, paquetes de icing y fondant, cortadores de masas, colorantes, rotuladores alimenticios, etc.
Menos mal que las galletas ya estaban preparadas y no tuvimos que perder tiempo en hacerlas. De esta forma, pudimos dedicarnos a la decoración en profundidad.
Al finalizar la tarde, cada una de nosotras tenía un par de muñecas terminada, y alguna que otra curiosidad que contar. Todas nos fuimos alucinadas con nuestra habilidad, pero lo cierto es que hemos tardado muchísimo en ponerlo en práctica.
| Galletas elaboradas en el curso al que asistimos |
El otro día volvimos a hacer galletas y preparamos todos nuestros materiales para empezar a decorar. Tengo que confesar que llegó un momento en el que tuve que levantarme de la mesa y dejar a mi hija sola. Es alucinante. Me apasiona cuando me supera en creatividad. A la vista está. Si alguien busca fotos de galletas decoradas, no encontrará decoraciones como las que hizo ella. Trataba la masa de azúcar como si fuera plastelina o FIMO. A mí, personalmente, me parece increíble la mezcla de colores, recursos decorativos y estética en general. Ya estoy deseando hacer una segunda tanda de galletas para poder trabajar con ellas posteriormente.
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